Se miran, se atraen y saben que la vida les cambiaría si pudieran
leerse el pensamiento, pero el silencio y los prejuicios levantan un
muro alto donde chocan las ganas secretas del uno por el otro, y todo se
queda en miradas, en deseos muertos...
Si uno no quiere morir de remordimiento la única opción es correr el riesgo.